No crecí en cuna de seda, pero tampoco de espinas, sin embargo el tiempo me preparó una ruta muy difícil, que me permitió convivir con el dolor y la posibilidad de ampliar sus umbrales de resistencia; desde niño me desarrollé en la búsqueda de emociones y el tiempo me deparó experiencias en abundancia, que a la postre servirían de crisol para mi carácter y por ende mi personalidad.

En esa experiencia de vida, pude dame cuenta que en mi país vivimos millones de personas con limitaciones físicas y/o intelectivas, económicamente empobrecidos, que si bien algunos nos sentimos realizados profesional y humanamente, siempre nos queda la tristeza de ver a nuestros hermanos morder el polvo, en la miseria y la desesperanza.

Probablemente muchos tengan que escribir líneas que reflejen triunfos y victorias, sin tomar en cuenta lo que sucede a su derredor, eso es impropio para quienes sabemos que la sensibilidad es algo que particulariza a la especie humana, es lo que nos diferencia de la bestia y permite que una lágrima simbolice la pena, de no tener los instrumentos suficientes para alejar de nuestra presencia, la imagen de una madre viuda o de una pareja de esposos que pierden al único hijo que era su dicha y alegría.

Quizá, en medio del jolgorio y el ufanarse de títulos y fortunas, no nos demos cuenta de aquel que compartió las aulas estudiantiles pueda extrañar una traviesa palmadita,  que signifique que los años pasaron sin dejar la huella del olvido, sino mas bien ahondaron el recuerdo de las travesuras escolares o las domingueras plazoletas.

Ya pasé la línea de los sesenta y estoy en la ruta de ser septuagenario, de modo que razones no me faltan para ensayar un recurso y redactar mil refranes, pero creo que hay razones suficientes para retornar a la juventud y seguir con la letra en la plana y eso haré entremezclando razones, críticas y alternativas, para ver si logramos enrumbar a nuevas rutas, la nave de nuestra voluntad y así enmendar yerros, buscando reconstruir nuestra patria, en logro de mayor madurez y poder disfrutar de sosiego para nuestros hijos y nietos, para todos aquellos jóvenes que caminan tras nuestra huella, con la esperanza de encontrar un mundo mejor al que vienen conociendo.

Nunca se me cruzó por la mente que a partir de los treinta iba a recorrer un camino muy difícil, lo hubiera transcurrido sin mucha pena ni gloria, pero tengo valor y lo he demostrado, para vivir 33 años cargando a cuestas una cruz que se hizo pesada, por culpa de un sistema que se dedica al acarreo de agua para sus propios molinos, no importándole lo que suceda con los ciudadanos de a pie, que son justamente los que en la amplia base piramidal de nuestra sociedad, aportan de muchas maneras, a fin de dar dinámica a todo un país.

La figura se repite, son las masas las que con sus energías mueven las industrias, labran los campos, las que aportan de centavo a centavo para lograr los millones que van a las arcas fiscales, la misma que es saqueada por un sistema corrupto y vilipendiador.

Las imágenes que aprecié el año 1956 en el film “Los diez mandamientos”  de Cecil B. De Mille, no pueden borrarse de mi mente, siempre tuve la curiosidad de saber cómo se habían construido las pirámides, tenía en ese entonces 13 años y cursaba el primero de secundaria. Vi en aquellas escenas cinematográficas, cómo miles de esclavos arrastraban inmensos bloques de piedra,  utilizando elementos como poleas y rodamientos, las transportaban enormes distancias y luego elevaban a grandes alturas y solo el trabajo esforzado de grandes grupos de gente, permitió que aquellas colosales obras quedaran hasta hoy, para deslumbrarnos con su magnificencia.

Pero eso es parte de la historia, lo que deseo enmarcar es el hecho de cómo grandes masas humanas hacen posible una obra que dio merito a los faraones, ahora se que fueron esos grupos humanos los que con su sacrificio, sangre y hasta sus propias vidas, permitieron realizar la obra magnifica, de la mano con arquitectos, y fueron estos los que se llevaron la gloria.

Hoy sigue sucediendo lo mismo, a lo largo de muchos años he podido observar como grandes mercantilistas han erigido sus fortunas gracias a la actividad de pueblos enteros, que permitieron que se erigieran pequeños grupos de privilegiados, quienes disfrutan de todo cuanto puedan soñar con tan solo desearlo, mientras que las enormes masas humanas viven en la carencia de los mas mínimos servicios, como también de las mas básicas necesidades insatisfechas, como salud, educación y vivienda.

He recorrido gran parte del país durante muchos años, trabajando en diversas ocupaciones desde vendedor de alfajores hasta administrador; ser un simple obrero en una textil, hasta pagador en una empresa; de humilde trabajador circense hasta ser conferencista ante magistrados; no temí viajar como ayudante de camión o ser un pianista acompañando a famosos artistas; otras veces como maestro, otras como miembro de la Cruz roja; alguna vez mozo de un restaurante otras de cantante en una peña. Últimamente fui educador y conferencista en campañas espirituales, dirigí un grupo musical y a la vez cantautor, pero siempre viví observando  a la humanidad en sus necesidades y sufrimientos, muchas veces compartiendo lo poco que tenía con ellos. No puedo olvidar las veces que he visto morir gente ante mi o aquella vez en 1961, que en un hospital de Juliaca tuve la experiencia de atender a una persona descerebrada. He viajado por muchas regiones del país y he viajado utilizando todos los medios de comunicación imaginables, aun a caballo, bicicleta o a pie, es decir gusté muchas experiencias, conviví con gente muy pobre y conocí gente muy adinerada, estreché sus manos, desde presidentes del país, congresistas de varias tiendas políticas, religiosos como Manolo Duato, pero también tuve experiencias de vida con gente muy humilde, pordioseros y aventureros, sin dejar de conocer gente de todas las edades, conversar con ellos, reír y llorar con otros. La gente que mas me apasionó fue aquella que con creatividad se ingeniaba para conseguir el sustento para su hogar, porque en mi país hay que ser muy creativo, para conseguir el dinero suficiente para el alimento, con honradez y buen criterio.

Entonces así es como pude acceder a la suficiente información, que me sirve ahora de sustento para escribir sobre lo que pasa en mi país, ya que muchos pueden decirme que soy demasiado crítico, incluso hay quienes me dicen que no doy alternativas, propuestas. Tendré que decirles, que esa es tarea de los técnicos, de aquellos que son expertos en discursos y promesas, que dicen tener planes y programas, pero que al momento de ejercer el poder lo utilizan solo para enriquecerse y utilizar a las masas para mover las grandes moles de piedra, llenarse de gloria y de dinero los bolsillos, con sueldos fabulosos mientras que aquellos que son el motor de la sociedad, reciben migajas.

Todavía recuerdo hace unos días, a mediados de Octubre del 2005, una señora pensionista reclama frente a un congresista, que se llena la boca dice que defiende a los viejitos, reclamando el por qué tiene que ser mendicante para reclamar sus derechos mientras el otro recibe 26 mil soles mensuales por representarle sin fruto, y ver como al costado de ellos, otros congresistas se desesperaban porque acabe aquella escena, porque la vergüenza les carcomía e incómodos sudaban frío, ya que sabían el significado de las palabras de aquella señora y eran concientes que se encontraban en cámara frente al pueblo, que captaba la barrera infranqueable que les dividía y que nunca sería transpuesta.

Continuará

26 de Octubre del 2005 

Jorge Paredes Romero

DNI 10380914