RECORDANDO NUESTRA SECUNDARIA
Mi Colegio Nacional “Deán Valdivia”, ¿cómo no recordar ese uniforme comando que nos acompaño durante nuestros cinco años?, alistar la cristina, la corbata, expertos en hacer los lazos o nudos de la corbata. Ah, que años maravillosos los vividos durante nuestra secundaria, esperar las salidas, para compartir con las chicas, nuestras primeras ilusiones nuestros amores de adolescencia. Esperar el aniversario del colegio, 12 de Julio, se hacían las preparaciones de los festejos con una semana de antelación, porque venían las elecciones para coronar a la reina, el corzo en el día o las antorchas en la noche de víspera.
Para elegir a nuestra soberana se hacia mediante el voto secreto, con escrutinio y todo, con sus delegados de los cinco años. Eran los del quinto año los mas “avivatos”, compraban a los compañeros del primer año con caramelos y dulces, para que votaran por su candidata en la que casi siempre ganaba la de quinto año, la que era coronada en una ceremonia donde el director la coronaba y acto seguido se leía su manifiesto o proclama, donde sobresalían los mas populares, resaltando sus cualidades mas características y los apodos de algunos que hacían meritos a sus personas. Luego el director daba inicio al baile de honor, que se realizaba en el patio principal, donde participaba todo el alumnado y otra cosa era esperar los bailes de agradecimiento que ofrecían tanto las damas de honor, por haberlas elegido como candidatas, como la de la reina, que tenia que ser la mas regia de todas, con orquesta y todo.
Ahí empezaba nuestros primeros “pininos” fiesteros, como recordar el primer año, teníamos que aprender a bailar, principalmente los boleros y las baladas que eran pegaditas; para ese día nos preparábamos para aprender a bailar, había que practicar y como éramos casi siempre hombres, nadie quería hacer de pareja de mujer, así que había que hacer sorteo pero al final todos teníamos que hacer de las dos cosas, terminando hechos unos bailarines no nos perdíamos ninguna fiesta, ahí empezaban nuestras primeras ilusiones, los desencantos y desilusiones del tierno adolescente, las notitas y cartas eran las que estaban al día y las chicas se prestaban para hacer de cupido.
Cómo no recordar a la señora Olga, que no permitía ni que nos asomáramos a su patio, solo teníamos contacto a la salida, éramos chicos inquietos pero con mucho respeto a nuestros mayores y quien nos inculcaba seguir buenos pasos era nuestro regente, “el chueco”, con cariño don Germán Olivares, quien nos daba los sermones mas grandes de toda la vida, cuando nos portábamos mal o faltábamos al colegio o nos escapábamos, pero nos ayudo en el caminar por la vida.
Viva el Gran Deán.
Alejandro Peña