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Federación de periodistas de Perú FPP

Una vida con propósito

Escrito el año 2016.

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Jorge Paredes Romero

El 6 de Agosto de 1972 significó para mi vida un giro de 180 grados, un accidente automovilístico en la Quebrada de Guerreros, en la autopista Arequipa – Mollendo, me dejó más de medio cuerpo paralizado, en aquel momento solo podía mover la cabeza. Hasta ese entonces era una persona sana, fuerte y despreocupada existencia. Estudiaba en la Universidad Nacional “San Agustín” de Arequipa, cursaba el 4to. Año, en la entonces Escuela de Psicología y era un alumno de buen promedio. Si bien es cierto, no era un líder político, si lo era de opinión y por ese entonces había publicado un ensayo literario de carácter socio-psicológico, titulado “La casa del jabonero”, mediante el cual propugnaba una reforma carcelaria en el país. Para ello presenté un proyecto a la Universidad, el mismo que fue acogido por el gobierno de entonces, y el Ministerio del Interior nombró una Comisión presidida por un sacerdote y que tomó contacto conmigo y empezamos a trabajar inmediatamente. Iniciamos una serie de conferencias en el Paraninfo de la Universidad, trasmitido por Radio Universidad, luego en un canal de televisión local, y después en el Teatro Ateneo de la Municipalidad de Arequipa, emisoras locales y medios de comunicación escritos que dieron cobertura al tema.

Lamentablemente todo esto quedó trunco, por lo menos en lo que se refiere a mi persona, me imagino otros tomaron la posta y prosiguieron con el trabajo que hoy sabemos tiene algunos resultados, ya que de ello devino la mejor presencia y labor de los psicólogos en la rehabilitación de los internos en los penales de Lima y el resto del país, aunque esto no ha dado los frutos que realmente esperábamos.

No tengo una memoria precisa sobre lo ocurrido, pero deben haber sido varios días los que no recuperé el sentido total de lo ocurrido, solo recuerdo, que en Mollendo,  el Dr. Velarde me decía que mueva los pies y al no poder hacerlo atiné a decir: “Lo se  Doctor, se lo que tengo… paraplejia, ¿verdad?, a lo que el Dr. Velarde asintió con su cabeza, entrecruzando una mirada con mi tía Chepa, quien me había criado durante toda mi niñez y adolescencia. Se que luego me trasladaron a la ciudad de Arequipa, en donde fui intervenido quirúrgicamente por el neurocirujano, Dr. Gustavo Rondón Olazabal, quien era mi maestro en la universidad, en los cursos de Neuroanatomía y Neurofisiología, a quien realmente le debo lo que pude recuperar en motricidad y sensibilidad. Esa operación fue realizada pasados varios días del accidente, ya que en Mollendo, lugar a donde me llevaron por estar más cercano al sitio del accidente, no existía el cirujano especialista, aunque si un hospital de buen nivel, inaugurado el año 1966, durante el primer gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry. Hoy, en el 2016, ese nosocomio sigue con esas características, ser un inmenso elefante blanco, con la eficiencia de una gran posta médica, pero sin la presencia de especialistas para una zona de riesgo y tan necesitada de cobertura sanitaria, por ser: puerto comercial, zona pesquera, agraria y depósitos de combustibles. Pronto tendrá la resonancia de ser una zona minera y de gran comercio internacional.

En Septiembre de 1972 soy trasladado a la ciudad de Lima, donde soy nuevamente intervenido por el Dr. Marco Gonzáles Portillo, cirugía que fue innecesaria y no me explico como mi padre fue engatusado, quizá por su amor paternal tuvo la esperanza de que surgiera alguna mejoría, pero se que fue inútil; incluso alguien cercano al equipo del Dr. Gonzáles me dijo: “solo te abrieron y volvieron a cerrar, no había nada que hacer, era inútil”. Una laminectomía debe ser realizada, a más tardar a pocas horas del traumatismo, de otra forma es inútil, posteriormente confirmé que esa afirmación era correcta. Esta segunda operación que costó muchos miles de soles, aparte de los gastos en una clínica de renombre, requisito del cirujano que por ese entonces era patrocinador o accionista en dicha clínica. Luego ese mismo cirujano, cuando ya m padre no tenía dinero, me trasladó a un hospital del estado (Hospital Carrión del Callao), donde él era Jefe de Neurocirugía. ¿Por qué no fui llevado allí en primera instancia? A quien siempre agradeceré es al Dr. Rondón Olazabal de Arequipa.

Fue en 1973 en que conozco a 8 hermanos por parte de mi mamá y veo por primera vez juntos a mis padres, los cuales nunca se casaron. Yo fui criado hasta ese entonces por mis tías en la ciudad de Arequipa, nunca tuve un hogar normal, con padres y hermanos. Mi mamá vivía en el distrito de Comas, por ese motivo es que pasé a residir allí desde Octubre de 1973, en que fui dado de alta de la Seguridad Social de entonces.

Un año de hospitalización y vanos intentos de lograr una rehabilitación precisa y efectiva, que solo pudo tener algún resultado en el poco tiempo que estuve en el Instituto Nacional de Rehabilitación, donde logré bipedestar y deambular en gimnasio, pero que no pude continuar por una lesión a nivel isquiática, originada por un soporte ortopédico inadecuado que me fue indicado por un fisiatra del hospital Rebagliatti del Seguro Social de Perú en 1973. Esa lesión tuvo un recrudecimiento reiterado, que devino luego en una osteomielitis, lo que ocasionó la pérdida de gran parte del fémur derecho y casi muero a raíz de una septicemia el año 2001, crisis que fue superada en el hospital Almenara y gracias a la persistencia de mi familia, que no obstante los impedimentos que se presentaron supo internarme por emergencia de dicho centro hospitalario donde fui dado de alta en Mayo del 2001. Allí solo debido a una fuerte insistencia me dieron alimentación enteral por dos meses y pude salvar la vida, pero reitero, debido a una fuerte insistencia familiar, de otro modo hoy estaría muerto. ¿Cuántos casos sucederán así? Ese equipo estaba en almacenes del hospital y solo me fue colocado a exigencia de mi familia quienes se enteraron de ello por un médico que nos dijo obviar su nombre, pero yo moría, no había ya remedio para mi, solo ese recurso era mi salvación, pero nadie lo indicaba. M familia se enteró y lo exigió, pero: ¿Qué hubiera sucedido de no enterarse y de no exigirlo?

Luego de ello, todo el 2002 lo pasé en la ciudad de Mollendo, donde inicié mi trajinar en la red de Internet el 15 de Enero del 2002, con la primeras paginas Web dedicadas a Mollendo y una personal, para después continuar con una serie de trabajos periodísticos, los cuales culminaron con una revista virtual: “Sociedad Latina”. Hoy existen en red cientos de comentarios sobre Perú y decenas de páginas dedicadas a diversos temas, amigos e instituciones, a quienes dediqué parte de mi tiempo.

Desde aquel 6 de Agosto de 1972 han  transcurrido 44 largos años, en los cuales he tenido múltiples experiencias de todo tipo, conocido a muchísimas personas y me he relacionado con toda clase de personas, desde presidentes de la república, congresistas, ministros y diversas personalidades políticas, religiosas, intelectuales y gente común, con quienes he alternado en reuniones coloquiales, no todas concordantes, muchas con divergencias de tipo filosófico, religioso y socio cultural, que me permitieron no solo diferir sino también crecer y conocer muchísimos más ángulos de la vida, para permitirme dar opiniones en los diversos foros a los que me tocó acudir.

El accidente que ocurrió en aquella fatídica carretera de la Quebrada de Guerreros, me condujo a la nueva experiencia de vivir en una silla de ruedas por muchos años, hoy transcurro muchísimo más tiempo en cama, debido a que me es mucho más difícil estar sentado, por lo que mi acceso  a la Internet es casi obligada y ello me permite escribir y dedicar tiempo a la composición, arreglos y grabación de creaciones musicales de diversos géneros.

Me visitan en casa muchas amistades, quienes quizá desconocen sobre los pormenores de mi vida y mis vivencias íntimas, encarando al dolor y el ingenio para poder sobrevivir, ser esposo y padre y al mismo tiempo proyectarme profesionalmente en red y procurarme medios auxiliares para suplir las necesidades propias de las responsabilidades asumidas en la vida. Hay muchas cosas que se desconocen de las personas con las cuales alternamos, esto no se conversa, muchas veces por respeto a la intimidad y la privacidad, pero que otras comparten  en la necesidad de ser comprendido y quizá ser atendido.

Lo cierto es que desde 1972, hace 44 años, tuve que ingeniarme para tener una vida solventen lo social e intelectual, sobre todo por lo que tenía que realizar: acudir a eventos, participar en reuniones y asistir a compromisos sociales, que daban a mi vida sentido y proyección. Por diversos motivos he ido a Palacio de Gobierno, al Congreso de la República, a Consulados, canales de televisión, emisoras radiales, hasta convivido por varios días en reuniones de personas con discapacidad, en casas, clubs o centros parroquiales, disertado en diversos eventos de tipo político, religioso y cultural, en escuelas, USEs., oficinas públicas, etc., es decir una vida muy activa y de trascendencia, que hoy ya ha menguado en gran parte.  Me alegro por ello, por lo que hice, pero ello exigía recursos y a la vez prestancia. He tenido muchos amigos que me ayudaron en su momento, por ejemplo La Sra. Graciela de Saldaña, esposa de Julio Saldaña, quien fue alcalde del distrito de Comas y madre de Miguel Ángel Saldaña, actual alcalde del distrito comeño; Sor María Godbout Clermont, religiosa canadiense que ha hecho un gran trabajo en bien de la niñez peruana, labor que debería ser reconocida en su momento; Rolando Sevillano, empresario en la línea de muebles y decoraciones; Ignacio Miedzianagora, un buen amigo mollendino, más conocido como Nacho; Orlando Cordero-Guerra, a quien considero un mecenas moderno; y muchos otros amigos que sería largo enumerar pero que supieron llegar en el momento preciso, aún cuando nadie les avisaba, Jorge Meneses y muchos más.

Hoy después de 44 años de convivir con la paraplejia creo haber cumplido de la mejor manera con los diversos roles que me cupo desempeñar, ahora disfruto mucho como padre y esposo, siempre tuve que dedicarme a los demás, ahora lo hago más a mi familia, creo que es el más justo homenaje a quienes siempre merecen nuestro cariño y devoción. Sin embargo durante todos estos años siempre tengo un compañero inseparable: el dolor físico que supe atenuar, gracias a manejar los umbrales de resistencia, es algo que aprendí desde muy joven y que se desprendió de las enseñanzas de mis maestros, solo así ahora puedo prescindir de analgésicos y recurro más a la lectura y a escuchar música, para poder paliar el dolor que algunas veces se torna muy impertinente, por no decir molestoso, pero la ternura de Katty y de mis hijos es una gran ayuda. De cada uno de ellos llega lo suficiente en cada momento del día, sobre todo la satisfacción  de hacer las cosas en su verdadera dimensión y precisa ocasión.

Por otro lado siempre fui sincero al decir que el sistema, “stablishment” o Conjunto de dirigentes o personas que tienen el poder en Perú y que a su vez es el resultado de lo establecido en la comunidad internacional, la que influye en nuestra política integral, es la causa de todos los males que se dan en nuestra patria.  

Jorge Paredes Romero

Texto que será aumentado y corregido en cualquier momento