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La realidad sanitaria en Perú Jorge Paredes Romero
El año 1971 enterado que no existía la especialidad de Psicología Jurídica, es decir quienes puedan trabajar en el ámbito carcelario y puedan ayudar a clarificar los casos en los que el procesado estaba pasando por una situación patológica y que justamente la transgresión de la ley había sido causada por esa patología, lo cual podría en alguna manera constituirse en un atenuante y es que teníamos a la vista un sinnúmero de casos de personas que ameritaban la intervención de un especialista en la materia. Por otro lado y ya desde hace muchos años, se había escrito sobre la triste situación en las cárceles del país, una serie de carencias, errores pero que no consiguieron ser corregidos, de allí que me propuse escribir al respecto y conseguir llegar más allá, es decir una reforma carcelaria en el país.
Es así que escribo el ensayo titulado “La casa del jabonero” el cual
se encuentra en red, lo pueden leer en www.penales.peruesmas.com el
cual fue publicado, aunque la impresión fue realizada en mimeógrafo,
debido a que no obtuve respaldo de alguna editorial y se pudo
distribuir en bibliotecas y vender muchos ejemplares en los kioscos
de diarios y revistas y en algunas librerías que nos acogieron. Lo
dejamos en la biblioteca de la UNSA, también en la Biblioteca
Municipal entre otros. Pero también sucedieron dos acontecimientos extraños. Un día caminando por la Av. Perú, a la altura del Mercado San Camilo fui literalmente atropellado por una unidad de transporte público, de la cual salí bien librado, golpes y logré recuperarme con la ayuda de gente que acudió en mi ayuda. En Enero de 1972 en uno de los paseos que iba a Mollendo, a 120 kilómetros de Arequipa, la camioneta en la que viajábamos un grupo de amigos y amigas, fue embestida a la altura de la Pampa de la Joya, gracias a la pericia de quien manejaba la camioneta logramos salvar y continuar el viaje. Pero a mediados de 1972 en un viaje en la misma ruta, Arequipa Mollendo, iba yo de pasajero y quien manejaba era un amigo. Recuerdo quedé dormido y desperté en el Hospital Manuel de Torres Muñoz de Mollendo. Allí el Dr. Velarde me hizo unas preguntas, como si podía mover los dedos de los pies, mover la pierna, si sentía esto o aquello, a lo que recuerdo repuse: “No se preocupe Doctor, ya sé lo que me sucedió, paraplejia ¿verdad?” El Dr. Velarde asintió y dijo que requería una neurocirugía inmediata. Pero en dicho hospital no había ese médico especialista, creo esperaban de Arequipa, escuché que si tenían Quirófano disponible e instrumental mas no un neurocirujano. Aun no entiendo por qué no me trasladaban a Arequipa, luego me dijeron que querían evitar los riesgos de los movimientos y traslados y en esos vaivenes, pasados unos días llegó una ambulancia de Arequipa que me traslado a una clínica donde fui intervenido por un neurocirujano, el Dr. Gustavo Rondón Olazabal, quien era mi profesor de Neurofisiología en la UNSA. Lo cierto es que pasados unos días el Dr. Rondón me decía que había luchado por sobrevivir que había pasado momentos muy difíciles, pero menos mal había realizado una laminectomia a su juicio complicada, pero era todo cuanto pudo hacer, que dependía de unos días, luego rehabilitación para ver si podría caminar de nuevo, lo que no sucedió. Se realizaron pruebas como recorrido de líquido en una mesa basculante y otras pruebas, que determinaron que la paraplejia espástica por TVM a nivel D8 no había sido superada. Luego conversando con otros médicos me informaron que si la operación se hubiera realizado días antes hubiera sido mejor, que ese viaje en ambulancia y los traslados no me favorecieron, que una operación a la columna debería realizarse lo más pronto posible de haberse producido el traumatismo, que conforme pasaba el tiempo, una lesión en el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal) era más difícil de superar. Luego de esto me trasladaron a la ciudad de Lima, donde el Dr. Gonzales Portillo puso como requisito para operarme sea internado en la Clínica Maison Sancte, lo cual se hizo y procedieron a la operación, lo cual después uno de los médicos asistentes que hizo amistad me explico, que sencillamente me habían abierto y vuelto a cerrar, que no había más que hacer. Esa operación costó 20 mil soles más de la época, más los gastos de clínica. Luego, cuando a mi familia le escaseaba el dinero, esté medico recordó que era jefe del Servicio de Neurología del Hospital San Juan de Dios del Callao, a donde fui trasladado, para después de aquello, gracias a un periodista que me entrevista el Seguro de entonces, me trasladan al Hospital Reblagliatti y estuve a cargo del Seguro hasta el mes de octubre de 1973 en que fui dado de alta, luego de haber permanecido en la entonces Clínica Chorrillos por más de medio año. Para entonces me habían indicado unos soportes ortopédicos con apoyo isquiático, lo cual nunca debió indicarse, lo preciso era un soporte con banda pélvica y quien me explico eso fue la Dra. Adriana Rebaza Benavente, con quien hicimos amistad. Ese apoyo isquiático provoco una ulcera de presión que nunca fue intervenida de manera adecuada y me ha torturado por muchos años. Perdí la cabeza del fémur derecho, fui sometido a varias operaciones, pero sufrí mucho por esa herida. A lo largo de muchos años he podido ver que lo que antes era Seguro Social del Perú, luego Instituto Peruano de seguridad Social y hoy EsSalud, Seguro Social de Salud, siempre ha estado sufriendo carencias de personal, de medicinas y de insumos biomédicos y que la calidad de su atención no es ni ha sido de la calidad requerida, solo se han limitado a paliar la situación que se presentaba, es decir calmar los síntomas, bajar la fiebre, calmar el dolor, bajar la inflamación, mas no a curar, de allí que no se preocupan por llegar a un diagnóstico exhaustivo, por la enorme cantidad de pacientes, la falta de camas, programación de operaciones, costos de la misma curación, etc., etc., de modo que solo es una atención de tipo paliativa lo que lleva a pacientes con patología agudas a la cronicidad de las mismas, a la utilización de fármacos cada vez más fuertes, en dosis más altas, me refiero a los analgésicos, antibióticos, etc., lo cual constituye un gran negocio para los laboratorios mundiales. Llega un momento en que ya no hay como calmar dolores por ejemplo y el paciente ingresa a un estado de sufrimiento, transformándose en un paciente terminal y de una u otra forma morirá y se trasformará en una estadística mas. La problemática de ciertos hospitales de EsSalud como Manuel de Torres Muñoz de Mollendo, es causa de sufrimiento, agravamiento y fallecimiento de pacientes que por no tener atención adecuada en un nosocomio local, debe ser trasladado con mucha frecuencia a ciudades como Arequipa o Lima, lo cual lógicamente representa un riesgo. Hemos conocido más de un caso de pacientes que por esos traslados fallecieron en el trayecto o llegaron a destino prácticamente para morir, tal es el caso de un niño que conseguimos trasladar desde Arequipa a Lima, pero llegó tarde al Hospital Neoplasias, falleció, por no haber sido atendido a tiempo mucho antes, cuando la enfermedad era todavía controlable. Ese traslado lo hice con la ayuda de un Congresista amigo. Varios nombres preferiré omitir, porque no se trata este tema de personas sino de todo un sistema sanitario obsoleto, que no está siendo atendido conforme se requiere, con una logística inadecuada, con un pésimo control de personal o recursos humanos, con una serie de imperfecciones en las compras y adquisiciones, pero lo peor de todo con un pésimo manejo de la enfermedad, la cual no es combatida de manera apropiada, existe mucha improvisación, debido a la falta de recursos. Un médico me dice pero qué podemos hacer Sr. Paredes si carecemos de laboratorios equipados, no hay insumos, falta aparatología moderna, o están malogrados muchos equipos, no hay hospitales equipados y con personal suficiente. El gasto está más dirigido a lo administrativo que a lo asistencial y en realidad en todo el país lo que existen son postas, policlínicos y hospitales mal equipados.
Creo que esa realidad es la misma en EsSalud y en Minsa y aun en las
clínicas, que finalmente se han convertido en un negocio más. Claro,
no se puede generalizar, pero esa problemática es la misma que la
educativa, existen edificios, pero el problema está en el personal,
en los equipos y en los suministros.
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