Verdades que no se publican

Jorge Paredes Romero
Periodista y Humanista peruano

Hay realidades que no se ponen en evidencia en los medios de comunicación, con la crudeza que les corresponde, porque dicen que podrían herir susceptibilidades lo cual no creo sea cierto, porque hemos visto en algunos medios noticiosos sucesos muy terribles, que incluso los reiteran como si fuera necesaria esa repetición de más de una decena de veces, para que comprendamos lo sucedido, la mujer atropellada, el soldado que se cae de una altura de 15 metros.

Lo que sucede es que no quiere desnudarse la realidad, aquella que corresponde al hecho que ciertas empresas prefieren botar alimentos, antes que distribuirlos entre la gente en miseria o la de aquellos que dicen recolectar desperdicios para chancherías, cuando en realidad es para repartirla entre gente hambrienta que no puede acceder a una básica alimentación.

Yo he visto y me ha sobrecogido, cuando algunas veces tenía que ir a Lima, ya que vivo a trece kilómetros del centro y he visto en los paraderos a personas, entre ellos niños, coger algo de los basurales y llevárselo a la boca, pero hay otros que recogen restos de mercadillos, frutas o vegetales malogrados a medias, que consideran rescatables, los llevan y someten a un tratamiento para recuperar lo que pueden de aquello, lo cierto que es verdad que los basurales vienen a ser un lugares donde hay gente que recoge desperdicios para llevarlos a casa y comerlos.

Hay de todo, incluso en los mercados, en horas de la tarde realizan la limpieza, allí también hay quienes recogen entre toda aquella masa de productos desechados, algo que pueda recuperarse y consumirlo, hay papas, verduras, algunas legumbres, huesos, restos de pescados etc., etc., todo aquello resulta muchas veces la salvación, para quienes han acudido allí a recoger algo que otros desecharon o simplemente fue despreciado por personas que no acostumbran coger una presa con hueso y prefieren descartarla.

Lo que nos lleva a reflexionar en aquellas personas, que en muchos hogares dejan la comida en los platos, no comen aquello que no les agrada o por capricho dejan de comer alguna que otra vez, sin pensar que en ese momento hay en otros lugares, miles de personas que no tienen qué llevarse a la boca y poder decir que cenaron o por lo menos tuvieron una comida al día, porque tienen que comer día de por medio, ya que los otros días no tuvieron la dicha de tener dinero , trabajo, o simplemente una familia que pudiera acudirle.

La pobreza, la miseria, la necesidad está presente en muchos hogares peruanos, en donde lo mejor que puede suceder es tener por lo menos una comida al día, generalmente la del mediodía, ya que el desayuno fue apenas un mate de hierba y un pan guardado y la cena igualmente, una agüita azucarada y quizá un par de galletas de un paquetito que se repartieron entre 4 o 5 personas y es algo que he visto y lo he compartido, cuando siendo joven he tenido que viajar por diferentes lugares del país, en mi afán de conocer la realidad de mi patria.

Pero ¿qué puede alcanzar un salario mínimo para una familia promedio de 4 personas?, 850 soles que servirán para los pasajes, un menú de mala muerte para la hora de refrigerio y el resto llevarlo a casa para que la madre haga milagros con ese dinero, que vendría a ser algo de 14 soles que recibirá del esposo como diario, porque el resto se fue en pasajes, menú y descuentos de seguro y pensiones para la AFP, a veces apenas esa madre recibirá diez soles y con ello tendrá que hacer milagros, esa es la realidad de millones de hogares peruanos, peor otros en los que no disponen de trabajo y viven del cachuelo, o sea el ocasional empleo al que se accederá gracias a los amigos o vecinos que contratan por unos días o de aquel trabajito que conseguirán por menos del salario mínimo, porque eso también es otra realidad, y constituye un abuso.

Entonces esos niños, esa madre, tendrán que realizar proezas para conseguir algo de comer, algún dinero para ayudar al esposo o esos niños salir a vender caramelos en los paraderos de buses, donde correrán peligros mil, pero con mucha suerte podrán llevar a casa algunos soles, los que ayudaran de alguna forma a la canasta familiar.

Mientras eso sucede un pequeño porcentaje de peruanos vive entre privilegios, con sueldos de decena de miles y encima de ello todavía roban, coimean y acceden a cargos públicos, en donde lejos de servir a la población se dedican a embolsicarse dineros del estado. Es una pena, pero es una realidad que muchas veces no es puesta en evidencia en los medios noticiosos, pero que es conocido por gente que tiene calle, que ha tenido que pasar una y mil peripecias para sobrevivir y sabe que esto de recoger algo de comida en los basurales no es cuento, es una dolorosa realidad.

Jorge Paredes Romero
Periodista y Humanista peruano