David y Goliat
Jorge Paredes Romero
Periodista y Humanista peruano
Para casi todos es conocido este relato bíblico que nos ilustra, cómo muchas
veces una persona aparentemente débil, pero premunido de fuerzas y
circunstancias especiales, logra vencer a otra supuestamente más fuerte y
preparada.
Estamos viviendo actualmente circunstancias parecidas, pareciéramos inermes
frente al poder económico, militar, político y hasta “legal”, de quienes
gobiernan el país. Son ellos el Goliat moderno, quienes con sorna y burla
pretenden socavar los cimientos de la bien ganada experiencia sindical y
representativa de los pueblos, que luchan por reivindicar lo que por ley moral
nos corresponde.
Tenemos derecho a acceder a los bienes y productos que proveen confort y
felicidad al ser humano y estamos hablando de los elementales llamados artículos
de primera necesidad, los cuales día a día se van alejando de las mesas
familiares, por el escaso poder adquisitivo de los sueldos y jornales de los
trabajadores. Tenemos derecho a usufructuar lo que corresponde a cada
micro-región, sin que los poderosos otorguen a su capricho recursos naturales a
quienes recurren a instancias gubernamentales, para proveerse de aquello que es
usurpado al pueblo.
Tenemos derecho a tener lo indispensable para vivir con dignidad y hablamos de
vivienda amplia y titulada, con luz, agua potable, teléfono, es decir vivir como
seres humanos y no como muchos tienen que acomodarse en situaciones a veces
infrahumanas, expuestos a enfermedades por la falta de salubridad y urbanismo.
Tenemos derecho a tener atención de salud acorde a los retos que nos plantea la
patología actual, es decir tener a nuestro alcance los adecuados medicamentos,
para vencer las múltiples enfermedades a las que se expone nuestro poblador, por
carecer de una alimentación equilibrada y vivienda salubre y no solamente
calmantes y paliativos, es el gran engaño.
Es decir el pueblo se encuentra en un círculo vicioso, que empieza desde su
procreación, por padres debilitados y enfermedades congénitas no curadas a
tiempo. El nacimiento de por si traumático enfrenta a la criatura a la ausencia
de lácteos y papillas, porque sus madres están trabajando aun en ocupaciones de
riesgo y que no les permite estar cerca de sus hijos, niños que crecen en las
calles o abandonados por tener ambos progenitores que buscar lo suficiente para
subsistir ajustadamente. El pueblo transcurre su vida sin la atención de los
gobernantes, expuesto al abandono y al retraso de sus aspiraciones,
distribuyéndose las oportunidades de desarrollo con fines políticos y no con
sapiencia y equidad.
Crecen nuestros hijos con educación parametrada y retrógrada, con curriculas
prefabricadas e insuficientes, por quienes tienen el interés de mantenernos con
aprendizajes mínimos, mantenernos desinformados y sin acceso a la
industrialización y si tenemos alguna tecnificación ésta es mínima y elemental,
porque a ellos no les conviene que desarrollemos y tengamos capacidad de
autoabastecernos, ya que ello daría como consecuencia que la balanza comercial
se incline a nuestro favor, al bajar nuestras necesidades de importar.
Por ello Mollendo ha visto postergado muchas veces la implementación de una
Universidad Técnica, dirigida a formar profesionales en Agricultura, Pesquería,
Actividad Portuaria, que son las verdaderas potencialidades de la zona.
Estamos expuestos a enfermedades, como consecuencia de la no protección del
medio ambiente y los recursos hidro-biológicos de la provincia.
Nosotros ocupamos el primer lugar en capacidad de almacenamiento y despacho de
combustibles y derivados, con los 15 tanques, que despachan en promedio más de
un millón de m3 de combustibles y derivados al año. No hay terminal en Perú que
llegue siquiera a la mitad de esa capacidad.
Matarani es y ha sido un puerto donde se capta el mayor tonelaje de carga y
descarga de la zona sur, no obstante sus limitaciones, siendo estas limitaciones
producto del desamparo por quienes tienen en sus manos por concesión, el uso de
dicho puerto y sus instalaciones.
Ese grupo que ostenta el poder no solo en Mollendo sino en otros lugares del
litoral, me refiero al Grupo Romero, tiene en su cartera diversas empresas desde
inmobiliarias, muebles, automotriz, alimentos, diarios, captación de ahorros, es
decir todo cuanto podamos imaginarnos. Ellos tienen tiendas, donde nos venden
artefactos y al mismo tiempo de financieras donde nos prestan dinero para hacer
dicha compra, como también bancos donde captan ahorros, por cuyos depósitos y
retiros ahora cobran.
Nosotros no debemos claudicar frente a todos estos abusos frente a holdings y
consorcios económicos que compran conciencias y voluntades, con la finalidad de
ejercer el monopolio y dominio sobre la masa empobrecida y explotada.
Los capitales de dinero son nada frente al rol transformador de la mano de obra,
la cual es menospreciada y sometida a opresión mediante el pago de jornales y
sueldos de hambre, inclusive posteriormente a esos trabajadores que pasan al
retiro, reciben pensiones de hambre, ridículas y con escaso poder adquisitivo.
Debemos luchar para que se reconozca el valor creador de riqueza que tiene el
trabajo y que en verdad merece mejores salarios, pero también debemos luchar
para que se creen más fuentes de trabajo, para ello necesitamos dar valor
agregado a nuestros insumos y no seguir regalándolos a los extranjeros, quienes
como parte del Sistema persisten en seguir comprando a precios de regalo con
tratados comerciales que les favorecen y no nos permiten que nosotros demos
VALOR AGREGADO porque de ese modo entonces ellos perderían acceso a esa materia
prima barata.
Martes 19 de
Marzo el 2002.
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