Desde hace unos veinticinco años

Estamos en diciembre del 2019, el año 1991, hace 28 años, a raíz de un incidente en la iglesia donde asistía con mi familia, es que reflexioné acerca de lo que significaba en realidad la religiosidad, que hasta ese momento venía practicando, me di con la sorpresa que había estado asistiendo a lugares en donde solo se practicaba una religiosidad de tipo externa, es decir algo así como la socialización de una espiritualidad incompleta, distorsionada, ostentosa, elitista, compartimentada, etc.

Las religiones que existen en el mundo, son instituciones de creación humana, el hombre (varón y hembra) tiene interiormente, por decirlo de algún modo, una voz natural que le invita a reflexionar acerca de su origen, su presencia en este mundo, la felicidad, la muerte, etc., es así como asume que hay algo o alguien que es el rector de lo existente, es decir existen seres superiores, porque al observar la naturaleza se da cuenta que esta no podría ser una creación más de él, en todo caso solo somos habitantes que estamos haciendo daño a esta creación, por la forma irresponsable como la estamos administrando.

Hablábamos de una voz interna, natural en el ser humano,  que le invita a reflexionar, esa voz interior es el reclamo de nuestra esencia espiritual, la cual convive con la orgánica, la que se expresa a través de los sentidos y la fisiología corporal, su metabolismo, etc., mientras que la espiritualidad es el cúmulo de vivencias, experiencias y reclamos que son consecuencia de esa reflexión, del reconocimiento que el ser humano no lo es todo, no es el principio y el fin de las cosas, es solo un elemento más de toda esta creación.


También se puede llegar a conclusiones trascendentales y trascendentes, cuando se hace preguntas ¿Quién soy, de dónde vengo a dónde voy?, etc., es allí cuando asume que somos una creación de seres superiores, de una Providencia, que es la que sostiene su creación, que la consuela y extiende su misericordia, al ver que no estamos teniendo una mayordomía acertada sobre lo que se nos ha concedido.

El ser humano viene durante milenos utilizando la naturaleza para su hábitat, sostén, etc., pero también está ejerciendo un control sobre lo existente, en base al uso de poderes que ha venido adquiriendo, económico, social, político, y también espiritual, es aquí donde estratégicamente ha ideado religiones, las cuales han existido desde las primeras culturas, las mismas que han estado en el poder de manera paralela a los líderes, los guerreros y hoy a los políticos, de allí es que algunos estados están recuperando su posición única, se declaran laicos, de ese modo las religiones dejan de tener el poder compartido con los políticos y se erigen en instituciones autónomas e independientes, con su propia economía, filosofía, etc., la misma que tienen que mantener vigente, de otro modo perecerían, es algo terrenal, perecedero, temporal.


Mientras que la espiritualidad es eterna, no está supeditada a poder terrenal alguno, trasciende a ello, puede en su independencia erigirse en un poder superior, pero lamentablemente la humanidad está atada a lo social, lo económico lo cultural, etc., lo cual la ha contaminado y en cierta forma ha pervertido a grupos humanos, que siguen aliados con las religiones y conviven con ellas, recibiendo el bien y el mal que esto ocasiona.


El ser humano debería tener una vida social, económica, etc., independiente de lo que signifique su espiritualidad, mejor aun si concuerdan, es decir proceder con respeto a las virtudes, los valores universales, etc., pero la espiritualidad es más que todo ello, es reconocimiento, gratitud, respeto, de esa manera se estaría viviendo acorde a lo que La Providencia establece, pero no de manera vertical, impositiva, La Providencia nos concede el Libre Albedrío, pero lamentablemente el ser humano ha decaído en libertinaje, de allí que no es feliz.


Si el ser humano tuviera una vida consensuada, es decir acorde en todos sus aspectos, podría estar encaminado a la felicidad, es decir si manejara su vida personal, familiar, social, de negocios, recreación, etc., con la guía de una espiritualidad equilibrada, fruto de la reflexión sobre todo familiar, que vendría a ser la congregación base. Podrían darse estos grupos, deben moverse en libertad, y sus reuniones podrían ser en los mismos hogares, un parque, el campo, una playa, es decir espacios naturales que motiven meditación, socialización, compartir, etc.


Por otro lado, la espiritualidad es algo personal, no es ni siquiera algo de pareja, es personal, individual, independiente; en la medida que comulguen dos o más personas eso significaría en todo caso un compartir, un acuerdo temporal, no es una atadura que podría llevar a una institucionalidad, a formar grupos estables, creo que así como se asiste a un evento, en donde podrías encontrarte con conocidos y también desconocidos, debería ser la convivencia espiritual, eso permitiría liberarse del peor error de muchas iglesias, la chismosería y la hipocresía, que han hecho tanto daño a grupos de buenas intenciones, pero malos resultados.

Básicamente es la familia la que debe reunirse en oración, reflexiones, estudio, etc., que haga crecer a la familia en todo, también en su economía, cultura y en compartir espacios y tiempos de recreo, comidas, juegos, paseos, etc., todo ello es parte de su vivir, la espiritualidad debe ser considerada como algo espontáneo, natural, nada forzado, verticalizado, en todo caso las reglas son las que se dan como consecuencia del crecimiento espiritual, no todos serán del mismo nivel, unos podrán ser de alta espiritualidad, que podrían erigirse en líderes ocasionales, que en cierta manera se constituyen en consejeros, personas de testimonio, ejemplo, de mayordomía excelente.

Creo que la mejor manera de proyectarse es ayudar a las personas menesterosas, acudir a los enfermos, dar alimento a quienes lo necesiten, compartir o buscar la forma de proveer ayuda quienes lo necesiten, es decir la espiritualidad debe mover conciencias, debe motivar familias, debe enriquecer la amistad. Dar tiempo para ayudar en las necesidades de los vecinos, quizá alguna tarea en el jardín, o algo que deben reparar, construir, salir de compras, de visita a otros, etc., etc.

Entonces es bueno apreciar ésta espiritualidad en comparación a la religiosidad y podríamos desprender las siguientes apreciaciones...

Jorge Paredes Romero

Periodista y humanista peruano